De lo que hay en el corazón habla la boca… una verdad del tamaño de una catedral.
Por eso no debe preocuparnos lo que los demás digan de nosotros, porque ellos no saben lo que hay en nuestro corazón así que solo pueden hablar desde lo que hay en el suyo.
Quien sólo ve algo malo o escudriña para encontrarlo, quiere darle sentido a lo que lleva dentro.
Tú… Ocúpate siempre de SER, y cuando notes que algo no te gusta del todo, trabaja para cambiarlo pero siempre que lo veas y lo sientas.
Solo tú conoces lo que eres y debes reconocerlo para poder aceptar si hay algo que debes modificar.
Te pongo un ejemplo de algo en lo que yo debo seguir trabajando:
Suelo ser controladora y perfeccionista aún y cuando se, que de perfecta, yo no tengo nada. Me gusta tener el control de las cosas y que se hagan a mi modo. Esto lo aprendí de muy niña por supervivencia.
Pasaron muchas cosas desde mi nacimiento en las que, quienes tenían el control no cuidaron de mi y eso me llevó a desarrollar esa necesidad de estar en todo.
Ya de adulta, pude ver que era algo que necesitaba mejorar. Tuve que aceptar que esa conducta no sumaba. Costó? Si… mucho, pero tenía 2 opciones:
1.- Excusarme en mi niñez para seguir actuando así, lo que me llevaría a vivir frustrada, enojada y confrontada con muchas personas, porque nunca nada ni nadie cumpliría con mis “estándares”.
2.- Empezar a trabajar en esto para poder tener la capacidad de dejar que las cosas fluyan y de integrar a otros cuando sea necesario.
Opté por el camino largo pero saludable. Cambiar lo que sea necesario para recuperar mi equilibrio.
Es una decisión muy personal, sólo tu puedes decidir sanar y cómo hacerlo, obvio… si quieres hacerlo.